Powered By Blogger

23 de octubre de 2012

Castro y Chávez: la enfermedad como espectáculo




por Eduardo Labarca


La enfermedad y la muerte. La vida y las miserias de la enfermedad ante las cámaras.

Fidel Castro ha vuelto a resucitar, lo vimos en el Hotel Nacional con sombrero guajiro y sudadera Adidas: por fin, nos tenía preocupados. A Chávez ha vuelto a crecerle el pelo tras su invocación televisiva: “Dame tu corona Cristo, dámela que yo sangro, dame tu cruz, cien cruces, pero dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria.” Chávez fue escuchado en el cielo y los que sospechábamos que la suya fuese una enfermedad política, con quimio incluida y mejoría garantizada, hubimos de callar. Salud, enfermedad y votos...

¿Cómo salir de la historia cuando se ha vivido en su mero centro? ¿Después del reality qué? ¿Absolverá la historia, no la presente sino la futura, a Fidel Castro, como él anunciaba en su alegato inaugural de 1953? Ya el bloguero Reinaldo Escobar (alabados sean él, Yoani, Pardo Lazo y los demás que están salvando el periodismo en Cuba) se permite preguntar en pasado: “¿Qué fue el fidelismo?”

Al cabo de 72 años como rey, Luis XIV dejó el futuro de Francia bien atado en un show de la muerte ante la corte en pleno: al tercer día, el regente que nombró en su testamento fue desbancado. Luis XV, su bisnieto menos iluso, dirá “después de mí el diluvio” y el diluvio se llamará Revolución Francesa.

Envejecer y morir es más simple para nosotros, humanos comunes y corrientes, que para los demonios o santos. Hitler, el mayor criminal de todos los tiempos, quiso ser quemado para no esperar en una tumba a los profanadores. Stalin, el criminal número dos, durmió ocho años embalsamado en el mausoleo del Kremlin hasta que lo sacaron una noche en medio de la borrasca. Después de muerto, nuestro Pinochet escapó de la Escuela Militar en un helicóptero Puma para esconderse en su tumba del fundo Los Boldos y pasar piola.

A otros quisieron borrarlos del mundo matándolos en un rincón, en un calabozo, cadalso, horno, desapareciéndolos, crucificándolos en un monte... Pero encumbrados por la leyenda, hicieron nido en las almas como Cristo, el más grande, como nuestro Allende, el suicida solitario.

El médico de Fidel Castro predijo que viviría 140 años, pero los médicos suelen equivocarse. El doctor de una tía mía llamada Olivia le decía que estaba sana, pero ella juraba que padecía un cáncer terminal. Con sus dolencias imaginarias nos ataba junto a su cama, reina en su dormitorio con olor a alcanfor. Murió de un resbalón en el baño. Mi otra tía, Laura, con cáncer verdadero a los huesos, insistía en que estaba sana y nos pedía que gozáramos la vida y no hiciéramos el sacrificio de irla a visitar. “Hoy no me siento demasiado bien”, dijo una mañana y murió sin quejarse de sus dolores terribles. La muerte de su abuela devastó a Marcel Proust, roído por el remordimiento de no haberla amado suficientemente. Thomas Bernhard recuerda sus días de enfermo terminal en Grafenhof, cuando lo dejaron tras un biombo en la camilla de los que iban a morir.

Los poderosos son actores y a algunos les gusta morir a toda orquesta. Antes de subir donde los ángeles, Juan Pablo II se retorcía de dolor frente a los fieles y las cámaras de la CNN. Gladys Marín aguantó en el escenario cubriéndose con un turbante hasta que la enfermedad la obligó a retirarse. Fidel y Chávez nos han regalado el slide-show de sus convalecencias y recaídas.

Pero a veces, los de su propio círculo de hierro, aterrados ante el vacío en que los dejará su muerte, mantienen vivo en formol al supermán. Al mariscal Tito lo conservaban en estado vegetal y le alargaron la vida cortándole una pierna. Franco también se murió a pausas rodeado por los acólitos que se aferraban a la momia, sin imaginar que sus estatuas las retirarían con grúas. ¿Alguien recuerda a Ariel Sharon, el hombre más poderoso de Israel? Después de su colapso en 2006 comenzaron a hacerlo picadillo: le abrieron la cabeza dos veces, le perforaron la tráquea, le cercenaron los intestinos... ¿Alguien se acuerda de él? Pues, sigue vivo, inconsciente, conectado a una máquina. ¿Vivo? Los vivos no lo dejan morir en paz.

El día en que divisa las orejas de la muerte, el gobernante vitalicio se compadece anticipadamente de sus súbditos. En el quirófano, el todopoderoso llora por sus futuros deudos: “¿Qué será del mundo sin mí?”. Bajo la anestesia sueña con las avenidas y aeropuertos que llevarán su nombre y cree oír la ópera rock que inmortalizará sus hazañas. Deliberadamente espanta de su mente la pesadilla del linchamiento de Khadafi y olvida la frase que un esclavo repetía en Roma al general victorioso: “Recuerda que eres mortal”.

“Buey viejo bien se lame”, dicen los campesinos, acostumbrados a ver a los animales cuando se esconden a morir entre unas matas como nosotros, los simples mortales, habituados a morirnos discretamente.

9 de octubre de 2012

Reflexión de medianoche

Por Eduardo Labarca

Los seres humanos somos irremediablemente tribales y fundamentalistas. Cada tribu se inventa un dios que pretendidamente la envió a la tierra a cumplir una misión proclamada en un libro sagrado. Para demostrarlo levantamos pirámides, templos, catedrales, campanarios, minaretes, sinagogas... Somos dueños de la única verdad y si no pregúntenle a un Hitler, un Stalin, un papa, un pastor, un rabino, una monja, un ayatola, un gurú, una machi... Necesitamos hostias, circuncisiones, viajes al Vaticano y a la Meca, y así nos creemos nuestro propio cuento. En estos días, los políticos más respetables son Mandela, cuyos herederos ametrallan mineros, y el Pepe Mujica, que ojalá logre legalizar la marihuana en Uruguay, aunque ambos no bastan para detener la marcha del planeta hacia el despeñadero. Lo único que me alegra es que ya nadie rinde gloria a los guerreros, como sucedía desde los tiempos de Troya. Hoy sólo condecoran los ataúdes de los soldados muertos, los militares sobrevivientes esconden al regreso el uniforme y si no van a dar al manicomio se ganan la vida manejando un taxi. Pero si los guerreros, el Che entre ellos, han perdido prestigio, las armas nucleares están allí, aceitadas y a punto para cuando la crisis se vuelva incontrolable. Entonces: ¡BUM!

21 de agosto de 2012

Assange, las Pussy Riot y la Ley Hinz-Putin


por Eduardo Labarca


¿Por qué la maquinaria judicial se ensaña ferozmente contra un súper hacker y tres simpáticas cantantes multicolores? En Washington y en Moscú se destinan ingentes recursos para llevar a cabo la misión:

‒¡Castigar a Julian Assange!... ¡Castigar a las Pussy Riot!...

¿Qué sucede? ¿Por qué en Chile y en Rusia, por qué un Ministro Hinzpeter y un rotante  Presidente-Primer-Ministro-Presidente Putin se empeñan en sacar leyes gemelas para criminalizar las manifestaciones callejeras y al nuevo demonio universal: el encapuchado?

El castigo y el escarmiento están en todas partes y vienen de antiguo. Glosando la obra de Maquiavelo, al que consideraba fundador de la ciencia política, Antonio Gramsci citaba a Traiano Boccalini, que un siglo después de Maquiavelo defendía elocuentemente su herencia: “Los enemigos de Maquiavelo lo consideran un hombre digno de castigo porque ha expuesto cómo gobiernan los príncipes y al hacerlo ha instruido al pueblo; ha ‘messo alle pecore denti di cane’ [ha dado a la oveja, o sea al pueblo, colmillos de perro], destruyó los mitos del poder, el prestigio de la autoridad, tornó más difícil gobernar ya que a los gobernados no puede permitírseles que sepan tanto como los gobernantes”.

¡El secreto como fuente de poder! Así es y así ha sido siempre, hasta que un tal Julian Assange con un simple teclado penetró en las entrañas más hondas del poder y Wikileaks aventó ante el mundo estupefacto más de cinco millones de correos secretos. El rey quedó desnudo y cuando se fueron conociendo los insólitos secretos, a las ovejas mansas comenzaron a crecerles colmillos.

¡Hay que castigar a Assange!... ¡Destruirlo!... ¿Un delito sexual?... ¡Bingo!

A comienzos del siglo pasado, cuando los gobernantes europeos se preparaban para lanzar sus ejércitos unos contra otros, los pacifistas pedían el fin de la diplomacia secreta y la revelación de los documentos militares. No fueron escuchados, Europa fue arrasada por la primera guerra mundial, hubo 16 millones de muertos y 20 millones de heridos. Un Julian Assange capaz de revelar al mundo los secretos de la monstruosa máquina bélica en marcha habría evitado quizás la matanza.

Pero el secreto existe de la mano de la pompa, la majestuosidad, las coronas de diamantes, los cetros de oro, los palacios, las pirámides, los carruajes, las limusinas blindadas, los bufones que dan saltitos en torno al gobernante. El poder para ser tal ha de generar admiración ilimitada, temor reverencial, obediencia ciega. Maquiavelo advertía que el Príncupe debía dar a veces “ejemplo de humildad y de munificencia, pero conservando inalterablemente la majestad de su clase, y cuidando que, en tales casos de popularidad, no se humille su dignidad regia en manera alguna”.

El canto y el baile de las Pussy Riot, su falta de respeto, su irreverencia eran un misil disparado al plexo del poder de Putin y su valet, el Patriarca Kirill de la Iglesia Ortodoxa.

¡Hay que castigar a las Pussy Riot!... ¡Hay que destruirlas ante Rusia entera!... Condenarlas por blasfemar contra la iglesia que da consuelo a las masas... ¿Una cárcel de Moscú?.. ¡No!... ¡Un campo de “reeducación” como en los buenos tiempos!

Pero secreto y dignidad no bastan. Con los jóvenes y adultos irreverentes que se informan y comunican por SMS e Internet y a quienes les crecen los colmillos, la autoridad no puede, no quiere dialogar.
 
Hay que hablarles el idioma del bastonazo, el chorro de agua, los gases, los balines, las balas... ¡El sacrosanto lenguaje de la ley!
 
Putin y Hinzpeter, Hinzpeter y Putin no han tenido que ponerse de acuerdo. Transmisión de pensamiento. La Ley Putin crea un laberíntico mecanismo para obtener autorizaciones y castiga a los manifestantes y organizadores con multas siderales que van de 300.000  a 600.000 rublos: nadie podrá pagar y el que no pague irá a la cárcel. La Ley Hinzpeter castiga toda manifestación no autorizada y responsabiliza de los “desórdenes” que puedan producirse a los organizadores. En Chile como en Rusia, los actos de los encapuchados, demonios incontrolables, deben pagarlos los dirigentes.     

‒¿Qué se han creído? La verdadera forma de solucionar los problemas no es con tomas, ni con violencia, ni con cocteles molotov. La calle no es lugar para el debate: pertenece a los automóviles y buses del Transantiago. Para el debate están las cuatro paredes de los despachos ministeriales, los pasillos de los órganos del Estado.

El secreto, la dignidad, la paz social, el poder se han salvado.


3 de agosto de 2012

El manifiesto que Oswaldo Payá no llegó a firmar

por Eduardo Labarca


            Una semana después de la muerte del líder opositor Oswaldo Payá, fundador en Cuba del Movimiento Cristiano Liberación, varias decenas de respetados intelectuales del exilio y algunos tenaces disidentes del interior de la isla dieron a conocer el miércoles un documento fuera de lo común: “
Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible. El documento, abierto a las adhesiones en Internet, rechaza la violencia, la injerencia extranjera y el embargo estadounidense, y exige al gobierno cubano respeto a las libertades básicas y un diálogo nacional sin condiciones, abierto y plural.

            El Llamamiento se inscribe de algún modo en la corriente pacífica inspirada hasta su muerte por Payá, quien en mayo de 2002 presentó a la Asamblea del Poder Popular, el parlamento unicameral y unipartidista de Cuba, un legajo de 11.020 firmas, a las que se añadieron más tarde otras 14.000, en apoyo a un programa de cambios políticos titulado “Proyecto Varela”. Al poco tiempo Fidel Castro llamó a un referéndum que declaró “irrevocable” el socialismo y desató la ola represiva de la primavera de 2003 que se tradujo en largas penas de prisión para 75 opositores acusados de ser agentes del extranjero.
Al igual que el proyecto de Payá de hace diez años, el actual Llamamiento ha gatillado un agitado debate en el exilio cubano, cuyo sector extremista y vociferante tiende a rechazarlo. Entre los firmantes del Llamamiento, que ostentan posturas diversas, se cuentan el destacado historiador Rafael Rojas, la conocida bloguera Yoani Sánchez, el periodista de filiación liberal Carlos Alberto Montaner, los escritores Antonio José Ponte, director de Diario de Cuba on-line, José Prats Sariol y Camilo Venegas, el líder disidente Manuel Cuesta Morúa, los politólogos Juan Antonio Blanco, Eusebio Mujal-León y Armando Chaguaceda, conocido éste por su  posición de izquierda, el economista Elías Amor, el investigador de la Academia de Ciencias de Cuba Alfredo Fernández Rodríguez, el empresario Carlos Saladrigas, que hace unos meses viajó a La Habana desde Estados Unidos a dar una conferencia, el artista Geandy Pavón, el médico Antonio Guedes.

El Llamamiento surge en momentos en que impera en Cuba un clima de desaliento y fin de reino debido a la enfermedad de Fidel Castro, la edad avanzada de él y de su hermano Raúl, el estancamiento económico y la falta de mejoramiento de la vida de la población pese a las reformas anunciadas. La situación tiene brotes inesperados, como el hecho de que la bloguera y simpatizante oficialista Elaine Díaz (http://espaciodeelaine.wordpress.com/) pidiera “no votar” por los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular que aprobaron diversas leyes que perjudican a la población, como las nuevas tarifas aduaneras que castigan a los cubanos que viajan o reciben ayuda de sus parientes del exterior.


            El Llamamiento propicia una reforma profunda de la sociedad, pleno respeto a los derechos humanos, libertades políticas y garantías cívicas, la liberación y amnistía a todos los presos políticos, el cese de la violencia policial y parapolicial, la libertad de movimiento y la posibilidad de entrar y salir de la isla, el acceso a Internet, una política internacional de paz, la retirada de la base naval de Guantánamo y la normalización de las relaciones con Estados Unidos. Los firmantes se pronuncian por el traspaso de las empresas medianas y pequeñas a los trabajadores, por la participación de éstos en las grandes empresas estatales y por libertad de los ciudadanos para desarrollar una actividad económica independiente. Propician también un plan de emergencia para reanimar y fortalecer los sistemas nacionales de educación, salud y seguridad social.

            Es evidente que el gobierno cubano no tiene intención alguna de prestar oído a un llamamiento de este tipo, por moderadas y razonables que sean las propuestas que contiene, de modo que el documento parece dirigido más que nada a los cubanos en general y especialmente a los funcionarios y sostenedores del régimen que se inquietan por el destino del país y por su propio futuro personal. El “Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible”, ignorado por los medios de información de la isla, es un documento de mano tendida y sin afanes de venganza que propone la “desmovilización o traspaso a otras funciones de aquellos agentes dedicados a la represión” y el cierre de las unidades destinadas a ese fin. Surge como uno de esos documentos que marcan época en los procesos de transición. Los cambios que sugiere harían de Cuba una sociedad singular, a medio camino entre el socialismo duro practicado hasta ahora y los sistemas de algunas democracias occidentales avanzadas.

Lamentablemente, en las anquilosadas sociedades comunistas de Europa los intentos reformistas de ese tipo, como la “perestroika”, desembocaron en la transformación de los países del “socialismo real” en las despiadadas y corruptas sociedades capitalistas y oligárquicas de hoy. En Cuba, la apertura, la democratización y la incorporación del país al universo globalizado de nuestros días parecen inevitables: lo que no está claro es si ha de ser bajo la hegemonía de los poderes financieros que hoy controlan el mundo o interactuando con dignidad e independencia frente a ellos.

Conscientes del dramatismo de la situación, los autores del Llamamiento concluyen con las siguientes palabras: “Las opciones están en manos de los cubanos y el tiempo de tomar decisiones sustantivas ha llegado. Quien hoy no dé los pasos para dar salida sensata a esta crisis no podrá responsabilizar a otros por lo que suceda mañana. Si en algo estamos todos de acuerdo es que el país está al borde del abismo.”

Hace 80 años Radio Moscú empezó a hablar en español


El Mostrador

31 de julio de 2012

"Radio Moscú salvaba vidas", dijo el periodista y escritor chileno Eduardo Labarca, una de las voces que las ondas de la emisora llevaban a Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet. Explica que cuando alguien era secuestrado, los familiares y amigos buscaban desesperadamente una manera de comunicar la noticia por teléfono a un exiliado en cualquier país, que hacía de puente y llamaba a la emisora.

por EFE

El 1 de agosto de 1932, hace ya ochenta años, los radioyentes escucharon por vez primera en español la frase “Aquí Radio Moscú”.

Así abrió las emisiones de la legendaria emisora Luis Cechini, ex presidente de la Federación de Ferroviarios de Argentina, cuya voz seguiría sonando casi invariable en las frecuencias de Radio Moscú durante los siguientes 55 años.

Aquellas primeras emisiones no alcanzaban a América Latina y solo algunos llegaron a oirlas entonces en España.

Sin embargo, poco después ya eran muchos los que escuchaban Radio Moscú en la incipiente II República, algunos de sus comentarios eran incluso reproducidos en los diarios españoles y la redacción recibía a diario centenares de cartas.

La Guerra Civil Española y la lucha contra el franquismo marcaron uno de los jalones más importantes en la historia de Radio Moscú.

Tras la caída de la República Española se incorporaron a la emisora soviética grandes profesionales como el periodista Eusebio Cimorra, más conocido en España como Jorge Olivar por sus famosos programas “Cartas a Juan” o “Un comunista al micrófono”.

Pero Radio Moscú no solo era política: en sus programas tomaban parte algunos de los grandes compositores de la época, como Shostakovich o Prokófiev.

En sus emisiones en castellano y catalán sonaban las voces de niños españoles, evacuados a la URSS y que pasarían a ser conocidos como “niños de la guerra”, que confiaban en que quizás alguna madre llegaría a oirlos o alguien se lo diría en una España que para ellos resultaba más lejana e inalcanzable que la Luna.

Más tarde, algunos de ellos también aportarían todo su talento a Radio Moscú, como Pilar Villasante, Margarita Peláez o Vicente Arana.

Para la II Guerra Mundial Radio Moscú era ya una de las emisoras más potentes del mundo, y llegaba a ser escuchada hasta en los campos de exterminio nazis, con rudimentarios aparatos que los presos ingeniaban con los escasos medios que tenían a su alcance.

En España y Sudamérica escuchar la emisora soviética era conocer de primera mano las noticias del lejano país cuyas tropas hicieron frente a la Alemania nazi y luego avanzaron desde Moscú y el Volga hasta Berlín.

El 9 de mayo de 1945 Radio Moscú transmitió en directo las salvas de artillería sobre la Plaza Roja que anunciaban la derrota del nazismo, que significaría el fin de aquella guerra pero también el inicio de otra muy distinta: la Guerra Fría, en la que la emisora desempeñó un destacado papel.

En plena “crisis de Cuba”, cuando el despliegue de misiles soviéticos en la isla caribeña puso al mundo al borde de la conflagración nuclear, fue precisamente Radio Moscú la que anunció la disposición del Kremlin a negociar.

Cuba en los años 60, igual que España en los 30, marcó otro jalón en la historia de la legendaria radio.
Varios trabajadores de la emisora fueron enviados a la “isla de la libertad”, y no solo como traductores e intérpretes.

Algunos contribuyeron a la fundación de la agencia cubana Prensa Latina, otros a la consolidación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como Francisco Ciutat.

El comandante Ciutat, conocido en Cuba como Angelito, fue, en opinión de investigadores como Carlos Franqui, “el verdadero organizador, teórico y práctico, de la que sería en los años siguientes la formidable maquina de guerra fidelista”.

Allí, en la “isla de la libertad”, abrió su primera corresponsalía en un país de habla hispana la radio y televisión de la URSS y por muchos años Cuba se convirtió en escala obligatoria en la carrera de los “hispanistas” soviéticos.

Un decenio más tarde es Chile quien hace su aportación al desarrollo de Radio Moscú con el legendario programa “Escucha Chile” y las transmisiones de “Radio Magallanes”.

“Radio Moscú salvaba vidas”, dijo el periodista y escritor chileno Eduardo Labarca, una de las voces que las ondas de la emisora llevaban a Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet. Explica que cuando alguien era secuestrado en Chile, los familiares y amigos buscaban desesperadamente una manera de comunicar la noticia por teléfono a un exiliado en cualquier país, que hacía de puente y llamaba a Radio Moscú.

“A veces alcanzábamos a informar el mismo día, la noticia se esparcía en Chile y el mundo, se ponía en marcha la maquinaria de la solidaridad y la dictadura no podía actuar impunemente”, recuerda el periodista.

Hoy en día, “queremos que en el mundo hispano vean que la visión (de la realidad) está lejos de la uniformidad, porque hay muchos puntos de vista y algunos son los que estamos en disposición de transmitir”, dijo a Efe Andréi Bastritski, presidente de la otrora Radio Moscú, convertida en la Voz de Rusia.

30 de junio de 2012

Los goles de Súper Balotelli y la Europa de los adoptados


por Eduardo Labarca



            Los dos goles con que Mario Balotelli eliminó a Alemania de la Eurocopa llevaron al estrellato a un nuevo tipo de europeo: los niños adoptados en África, Asia y América Latina que, adultos, saltan al primer plano en el deporte, el arte, la política.

            Desde los tiempos de Eusebio, el antiguo goleador mozambiqueño de la selección de Portugal, los jugadores africanos han pasado a ser legión en los clubes europeos. Samuel Eto’o, André Ayew, Yaya Touré están entre los 650 africanos que juegan en todo el continente, a los que se suman los hijos de inmigrantes pobres de las antiguas colonias, como Zinedine Zidane. Pero Balotelli pertenece a otra categoría: los adoptados.

Hijo de padre y madre ghaneses y nacido en Sicilia con el apellido Barwuah, el goleador de peinado mohicano fue adoptado a los tres años por el matrimonio Balotelli y creció como cualquier niño italiano.

La adopción de niños del tercer mundo se convirtió en tendencia en Europa y Estados Unidos a partir de los años 80. Pero ya a mediados del siglo XX la bailarina y cantante Josephine Baker, nieta de esclavos del sur de Estados Unidos, recorría el mundo con sus doce hijos adoptivos de diferentes orígenes. Madonna, Angelina Jolie y otras famosas le han seguido los pasos.

La cancillera de hierro Angela Merkel sorprendió al negociar los nuevos planes de salud de Alemania flanqueada por un asesor de rostro vietnamita. Se trata del doctor Philipp Rösler, de 36 años, adoptado cuando tenía tres meses en Vietnam por un militar alemán y su mujer. Rössler, actualmente ministro de salud, inició su carrera política en el Partido Liberal Demócrata del estado de Baja Sajonia.

A diferencia de los hijos de inmigrantes pobres, como la ex ministra de Justicia de Francia Rachida Dati, los niños adoptados han crecido en el seno de familias con situación económica holgada y muchos han estudiado en colegios y universidades de primera línea. Los padres adoptivos suelen pertenecer a la categoría de los “bobos” bourgeois bohemians una élite de empresarios y profesionales modernos y de mente abierta.

La economista Fleur Pellerin, ministra delegada para las pymes en el flamante Gobierno de François Hollande, es hija de coreanos nacida en Seúl y fue adoptada a los tres meses de edad por un físico nuclear francés y su esposa. El senador ecologista Jean-Vincent Placé, que negocia activamente con el nuevo gobierno de Francia, también exhibe un rostro inconfundiblemente coreano. Ambos forman parte de los doscientos mil niños sudcoreanos adoptados por ciudadanos occidentales en el último medio siglo.

Esta extracción de niños desde sus países de origen constituye otra faceta de la globalización y no siempre es transparente y exitosa. Abundan los casos en que los adoptantes, al tropezar con trabas legales o burocráticas, han recurrido a la compra de niños, un tráfico controlado por mafias. Aunque llevan la diferencia racial inscrita en el rostro, los adoptados desconocen el idioma y las costumbres del país de sus progenitores y suelen ser discriminados u objeto de acoso en el colegio o en el barrio. Algunos presentan un carácter conflictivo y ha habido casos de suicidios. El propio Mario Balotelli tiene momentos de agresividad y euforia por los que ha recibido numerosos castigos, como el día en que hizo estallar una bengala en el camarín. Sus conflictos con José Mourinho en el Inter son legendarios y muchos le celebran que plantara cara al neurótico entrenador.

La artista belga Mihee-Nathalie Lemoine, también hija de coreanos, lidera un movimiento de adoptados que se empeñan en buscar sus orígenes. Ha organizado exposiciones de pintores, escultores e instalacionistas bajo el título “Overseas Adoptee Korean (OAK) Artists Exhibition”. Los miembros de esa corriente viajan al país de sus padres biológicos y algunos se han quedado a trabajar o vivir allí.

Los niños que un día fueron adoptados en América Latina, África y Asia, especialmente en Corea y Vietnam, han alcanzado la edad adulta y están cada vez más presentes en la vida pública de los países desarrollados de Occidente, como Súper Mario Balotelli. Cualquier día nos toparemos con algún famoso o famosa de un país desarrollado de origen ciento por ciento chileno que sepa poco o nada de nuestro país.

21 de junio de 2012

El abuelito Gabriel y su nietecita Camila



Por Eduardo Labarca


Las opiniones del historiador Gabriel Salazar sobre la crisis de los partidos y el auge de los movimientos sociales son interesantes y respetables, pero lo que molesta es el tonito paternalista y perdonavidas con que se refiere a Camila Vallejo:

“No es tonta y habla fluido, pero hoy cualquier cabro de secundaria habla fluido”… “ella es una de las tantas líderes que surgen en asambleas”…. “la diferencia es que ella aparece dirigiendo la FECH en un momento único de movilización estudiantil que despertó interés nacional”… “Además era linda, lo que la proyectó a nivel internacional, entonces el PC la proyectó al tiro”.

¿Tan fácil es la cosa? ¿Será que “cualquier cabro de secundaria” puede exponer los argumentos sobre la educación chilena que le hemos oído a Camila Vallejo? Si es “una de las tantas” en buena hora, ¿pero dónde están las demás con su misma garra de líder? ¿Será tan fácil conquistar a las turbulentas asambleas estudiantiles como ella lo ha logrado? Si Camila Vallejo “aparece dirigiendo”, ¿será por chiripa o porque ha sabido dirigir? ¿O es que se trepó al carro en marcha en “un momento único de movilización estudiantil” y tocó la flauta por casualidad como el burro de la fábula de Iriarte? ¿Qué inmenso poderío tiene el débil Partido Comunista chileno para proyectar mundialmente a una figura como Camila Vallejo? ¿Bastará con ser “linda”?

Salazar suma y sigue cuando afirma que con sus alabanzas a Fidel Castro y al Che Guevara, Camila Vallejo “muestra ingenuidad y que es demasiado joven”, porque “si fuera más madura, si hubiera leído más —ella es geógrafa no más—, conociera más la historia real sabría que… una democracia socialista no puede tener un caudillo por jefe por 40 años”. Además, sostiene que Camila Vallejo “si es suficientemente inteligente debe abandonar el partido”.

¡Acabáramos! El desmérito de Camila Vallejo consiste en que es “demasiado joven” y de inteligencia dudosa y en que es “geógrafa no más”, no historiadora. Ergo, ¿quién puede opinar con propiedad sobre política, partidos, movimientos sociales, Fidel Castro y tutti quanti? Sólo un septuagenario inteligente y experimentado y que además sea historiador. ¿Existe? ¡Sí! ¡Se llama Gabriel Salazar!

Sucede que quienes hemos pasado los 70 corremos el peligro de ir por el mundo predicando desde el olimpo de nuestra sabiduría. Cuando era rector de la Universidad Técnica del Estado, Santiago Labarca, tío mío, que en 1920 había presidido la FECH en circunstancias no menos transcendentales de las que le han tocado a Camila Vallejo, se refería a la dificultad que tenían los viejos para entender a los jóvenes y los jóvenes para entender a los viejos. Por eso mantenía las puertas de la rectoría abiertas a los estudiantes y se esforzaba por dialogar con ellos, lo que molestaba a algunos directores de escuelas habituados al autoritarismo.

A pesar de su juventud, Camila Vallejo y los demás dirigentes estudiantiles han sabido plantar cara con argumentos y sin complejos a tres ministros de educación y al propio Presidente de la República. Camila Vallejo es una figura pública y es normal que sus actuaciones, militancia y posturas políticas estén sujetas a escrutinio y polémica. Pero ha demostrado ser una persona responsable y talentosa, y es de suponer que la elección del partido político al que pertenece y su "fidelismo", nos gusten o no y que dicho sea de paso son compartidos por personas de diversas generaciones, sean fruto de una reflexión de su parte. Si no se está de acuerdo con las opiniones de Camila Vallejo, hay campo despejado para rebatirlas en su mérito y no con las palmaditas que se dan en la cabezaa una nietecita inexperta.

Analizando al Rey Lear de la obra de Shakespeare, Sigmund Freud concluía que al rechazar inicialmente a su hija Cordelia, el anciano monarca estaba rechazando la muerte. Los viejos debemos evitar la tentación de aferrarnos a la vida criticando a los jóvenes. Al contrario, la cercanía de los jóvenes y el respeto e interés que tengamos por sus opiniones son fuentes de vida verdadera.