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30 de junio de 2012

Los goles de Súper Balotelli y la Europa de los adoptados


por Eduardo Labarca



            Los dos goles con que Mario Balotelli eliminó a Alemania de la Eurocopa llevaron al estrellato a un nuevo tipo de europeo: los niños adoptados en África, Asia y América Latina que, adultos, saltan al primer plano en el deporte, el arte, la política.

            Desde los tiempos de Eusebio, el antiguo goleador mozambiqueño de la selección de Portugal, los jugadores africanos han pasado a ser legión en los clubes europeos. Samuel Eto’o, André Ayew, Yaya Touré están entre los 650 africanos que juegan en todo el continente, a los que se suman los hijos de inmigrantes pobres de las antiguas colonias, como Zinedine Zidane. Pero Balotelli pertenece a otra categoría: los adoptados.

Hijo de padre y madre ghaneses y nacido en Sicilia con el apellido Barwuah, el goleador de peinado mohicano fue adoptado a los tres años por el matrimonio Balotelli y creció como cualquier niño italiano.

La adopción de niños del tercer mundo se convirtió en tendencia en Europa y Estados Unidos a partir de los años 80. Pero ya a mediados del siglo XX la bailarina y cantante Josephine Baker, nieta de esclavos del sur de Estados Unidos, recorría el mundo con sus doce hijos adoptivos de diferentes orígenes. Madonna, Angelina Jolie y otras famosas le han seguido los pasos.

La cancillera de hierro Angela Merkel sorprendió al negociar los nuevos planes de salud de Alemania flanqueada por un asesor de rostro vietnamita. Se trata del doctor Philipp Rösler, de 36 años, adoptado cuando tenía tres meses en Vietnam por un militar alemán y su mujer. Rössler, actualmente ministro de salud, inició su carrera política en el Partido Liberal Demócrata del estado de Baja Sajonia.

A diferencia de los hijos de inmigrantes pobres, como la ex ministra de Justicia de Francia Rachida Dati, los niños adoptados han crecido en el seno de familias con situación económica holgada y muchos han estudiado en colegios y universidades de primera línea. Los padres adoptivos suelen pertenecer a la categoría de los “bobos” bourgeois bohemians una élite de empresarios y profesionales modernos y de mente abierta.

La economista Fleur Pellerin, ministra delegada para las pymes en el flamante Gobierno de François Hollande, es hija de coreanos nacida en Seúl y fue adoptada a los tres meses de edad por un físico nuclear francés y su esposa. El senador ecologista Jean-Vincent Placé, que negocia activamente con el nuevo gobierno de Francia, también exhibe un rostro inconfundiblemente coreano. Ambos forman parte de los doscientos mil niños sudcoreanos adoptados por ciudadanos occidentales en el último medio siglo.

Esta extracción de niños desde sus países de origen constituye otra faceta de la globalización y no siempre es transparente y exitosa. Abundan los casos en que los adoptantes, al tropezar con trabas legales o burocráticas, han recurrido a la compra de niños, un tráfico controlado por mafias. Aunque llevan la diferencia racial inscrita en el rostro, los adoptados desconocen el idioma y las costumbres del país de sus progenitores y suelen ser discriminados u objeto de acoso en el colegio o en el barrio. Algunos presentan un carácter conflictivo y ha habido casos de suicidios. El propio Mario Balotelli tiene momentos de agresividad y euforia por los que ha recibido numerosos castigos, como el día en que hizo estallar una bengala en el camarín. Sus conflictos con José Mourinho en el Inter son legendarios y muchos le celebran que plantara cara al neurótico entrenador.

La artista belga Mihee-Nathalie Lemoine, también hija de coreanos, lidera un movimiento de adoptados que se empeñan en buscar sus orígenes. Ha organizado exposiciones de pintores, escultores e instalacionistas bajo el título “Overseas Adoptee Korean (OAK) Artists Exhibition”. Los miembros de esa corriente viajan al país de sus padres biológicos y algunos se han quedado a trabajar o vivir allí.

Los niños que un día fueron adoptados en América Latina, África y Asia, especialmente en Corea y Vietnam, han alcanzado la edad adulta y están cada vez más presentes en la vida pública de los países desarrollados de Occidente, como Súper Mario Balotelli. Cualquier día nos toparemos con algún famoso o famosa de un país desarrollado de origen ciento por ciento chileno que sepa poco o nada de nuestro país.

21 de junio de 2012

El abuelito Gabriel y su nietecita Camila



Por Eduardo Labarca


Las opiniones del historiador Gabriel Salazar sobre la crisis de los partidos y el auge de los movimientos sociales son interesantes y respetables, pero lo que molesta es el tonito paternalista y perdonavidas con que se refiere a Camila Vallejo:

“No es tonta y habla fluido, pero hoy cualquier cabro de secundaria habla fluido”… “ella es una de las tantas líderes que surgen en asambleas”…. “la diferencia es que ella aparece dirigiendo la FECH en un momento único de movilización estudiantil que despertó interés nacional”… “Además era linda, lo que la proyectó a nivel internacional, entonces el PC la proyectó al tiro”.

¿Tan fácil es la cosa? ¿Será que “cualquier cabro de secundaria” puede exponer los argumentos sobre la educación chilena que le hemos oído a Camila Vallejo? Si es “una de las tantas” en buena hora, ¿pero dónde están las demás con su misma garra de líder? ¿Será tan fácil conquistar a las turbulentas asambleas estudiantiles como ella lo ha logrado? Si Camila Vallejo “aparece dirigiendo”, ¿será por chiripa o porque ha sabido dirigir? ¿O es que se trepó al carro en marcha en “un momento único de movilización estudiantil” y tocó la flauta por casualidad como el burro de la fábula de Iriarte? ¿Qué inmenso poderío tiene el débil Partido Comunista chileno para proyectar mundialmente a una figura como Camila Vallejo? ¿Bastará con ser “linda”?

Salazar suma y sigue cuando afirma que con sus alabanzas a Fidel Castro y al Che Guevara, Camila Vallejo “muestra ingenuidad y que es demasiado joven”, porque “si fuera más madura, si hubiera leído más —ella es geógrafa no más—, conociera más la historia real sabría que… una democracia socialista no puede tener un caudillo por jefe por 40 años”. Además, sostiene que Camila Vallejo “si es suficientemente inteligente debe abandonar el partido”.

¡Acabáramos! El desmérito de Camila Vallejo consiste en que es “demasiado joven” y de inteligencia dudosa y en que es “geógrafa no más”, no historiadora. Ergo, ¿quién puede opinar con propiedad sobre política, partidos, movimientos sociales, Fidel Castro y tutti quanti? Sólo un septuagenario inteligente y experimentado y que además sea historiador. ¿Existe? ¡Sí! ¡Se llama Gabriel Salazar!

Sucede que quienes hemos pasado los 70 corremos el peligro de ir por el mundo predicando desde el olimpo de nuestra sabiduría. Cuando era rector de la Universidad Técnica del Estado, Santiago Labarca, tío mío, que en 1920 había presidido la FECH en circunstancias no menos transcendentales de las que le han tocado a Camila Vallejo, se refería a la dificultad que tenían los viejos para entender a los jóvenes y los jóvenes para entender a los viejos. Por eso mantenía las puertas de la rectoría abiertas a los estudiantes y se esforzaba por dialogar con ellos, lo que molestaba a algunos directores de escuelas habituados al autoritarismo.

A pesar de su juventud, Camila Vallejo y los demás dirigentes estudiantiles han sabido plantar cara con argumentos y sin complejos a tres ministros de educación y al propio Presidente de la República. Camila Vallejo es una figura pública y es normal que sus actuaciones, militancia y posturas políticas estén sujetas a escrutinio y polémica. Pero ha demostrado ser una persona responsable y talentosa, y es de suponer que la elección del partido político al que pertenece y su "fidelismo", nos gusten o no y que dicho sea de paso son compartidos por personas de diversas generaciones, sean fruto de una reflexión de su parte. Si no se está de acuerdo con las opiniones de Camila Vallejo, hay campo despejado para rebatirlas en su mérito y no con las palmaditas que se dan en la cabezaa una nietecita inexperta.

Analizando al Rey Lear de la obra de Shakespeare, Sigmund Freud concluía que al rechazar inicialmente a su hija Cordelia, el anciano monarca estaba rechazando la muerte. Los viejos debemos evitar la tentación de aferrarnos a la vida criticando a los jóvenes. Al contrario, la cercanía de los jóvenes y el respeto e interés que tengamos por sus opiniones son fuentes de vida verdadera.

12 de junio de 2012

La muerte de Camilo Taufic



Por Eduardo Labarca


Lo conocí en el Instituto Nacional, de boina, arengando a los estudiantes para una huelga. Se llamaba Faruk Taufik Kalafatovic, mezcla de turco (no árabe, me aclara Ernesto Carmona) y croata. Empezó a escribir en el colegio y llevó varios artículos al vespertino Última Hora, donde se los publicaron en la página editorial, en columnas firmadas con un seudónimo formado  por sus iniciales: FATAKA. Andaba orgullosísimo mostrando el diario. Desde el comienzo todos lo llamábamos "Turco", y creo que a él le gustaba. Existían el Turco Yarur, el Turco Tarud y el Turco Taufik. Cuando se dirigía a él, Carlos Jorquera, el Negro, lo llamaba únicamente "Turco". Pero FATAKA se sentía incómodo con su nombre porque nadie le entendía y lo asociaban con el derrocado rey Faruk de Egipto. Se lo cambió legalmente por el nombre de Camilo Taufic, cambio que revela algo de su personalidad complicada.

Durante el gobierno de la UP fue subdirector de la revista juvenil Ramona, de Quimantú, dirigida por Carlos Berger. La experiencia periodística lo ponía Camilo.

Taufik/Taufic era bipolar, con períodos de euforia que alternaban con otros de depresión. A veces preguntaba, vacilaba, sufría, dudaba y era muy infeliz, pero en otros momentos era sumamente creativo y se lanzaba en forma intrépida hacia adelante. Su última embestida fue la serie de artículos en que sostenía que a Allende lo había matado un GAP con un tiro de gracia piadoso. Se basaba en que, según él, el AK regalado por Fidel Castro había quedado en Cañaveral y no estaba en La Moneda. El origen de esa afirmación era muy débil, sólo unos dichos vagos de Víctor Pey y el Negro Jorquera que frecuentaban poco Cañaveral. Yo le transmití por e-mail la foto del fusil con la placa de Fidel Castro que apareció en el libro de Pinochet y otra que salió en uno de Lafourcade, y me lo agradeció públicamente en un artículo, creo que en La Nación. Le insití en que tenía que hablar con el hijo menor de la Payita, médico, único sobreviviente de los habitantes de Cañaveral el 73. Pero estaba tan entusiasmado con su teoría que no quiso hablar con él (quizás subconscientemente temía que sus deducciones se derrumbaran) y apenas publicó su artículo el hijo de la Payita lo desmintió, diciendo que Allende había bajado con el fusil a La Moneda el 11 de septiembre. La teoría de Taufic enfureció a Carmen Hertz, que dijo que estaba mal de la cabeza, y a otras personas que se consideran dueñas de Allende. 

En realidad, la teoría de Taufic era una de las tantas hipótesis posibles, pero basada en deducciones, elucubraciones y en su frondosa imaginación, sin pruebas sólidas. Cuando exhumaron los restos y la comisión internacional de médicos forenses ratificó la conclusión del suicidio, Taufic mantuvo silencio. Aunque no volví a hablar con él, conociéndolo pienso que debe haber quedado bastante deprimido.

Tenía problemas de salud y creo que en algún momento lo operaron del corazón. Su situación económica era difícil y eso lo angustiaba.

Tengo en mi PC una veintena de mensajes intercambiados con Taufic y algún día volveré a leerlos. Por ahora prefiero rendir tributo al amigo y nada más.



SEMBLANZA DE CAMILO TAUFIC PUBLICADA POR ERNESTO CARMONA EN MAPOCHO PRESS

Camilo Taufic será sepultado el martes en Santiago

 


Por Ernesto Carmona

El martes será sepultado en el Mausoleo del Círculo de Periodistas de Santiago el periodista chileno Camilo Taufic Kalafatovic, quien falleció sorpresivamente la noche del sábado en Chillán. Mientras llega desde Ecuador su hijo homónimo, también periodista deportivo, sus restos serán velados en la capilla del Cementerio General, adonde arribarán a las 9 de la mañana del lunes, procedentes de Chillán, informó Verónica Martínez, Presidenta del Círculo de Periodistas. “Descansará, como era su deseo, en el Mausoleo del Círculo”, dijo Martínez.

Taufic, de 74 años y una dilatada carrera profesional en varios países de América Latina. Relatan sus familiares que después de observar por televisión el partido de fútbol Chile-Venezuela, en la noche del sábado 9, Taufic repentinamente manifestó sentirse mal y mientras aguardaban la llegada de ayuda médica falleció de un ataque cardíaco fulminante. Sus funerales se efectuarán el lunes 11 de junio en Chillán.

Taufic se destacó como periodista, docente, investigador y consultor en comunicación en diferentes naciones de la región, acumulando una importante experiencia internacional. Comenzó de joven como reportero de revista Ercilla, trabajando cerca de Lenka Franulic y Luis Hernández Parker, dos figuras emblemáticas del periodismo chileno del siglo 20 previo a la dictadura militar.  Más tarde, se desempeñó en diarios de la cadena El Mercurio, en el vespertino izquierdista Última Hora, Empresa Zig-Zag  y Editorial Nacional Quimantú. A comienzos de los años 60 residió un breve tiempo en Cuba.

Taufic fue profesor de periodismo en la Universidad de Chile hasta que –al igual que otros docentes– fue expulsado por los interventores designados en esa casa de estudios por la dictadura militar inaugurada en 1973. Años después regresó a la cátedra en Venezuela y Argentina, donde alcanzó gran difusión su libro “Periodismo y Lucha de Clases”, escrito a comienzos de los años 70 y publicado masivamente por Quimantú, bajo el gobierno de Salvador Allende.

En 1974 publicó en Buenos Aires la denuncia testimonial “Chile en a Hoguera”, una de las primeras historias periodísticas sobre las atrocidades inéditas, quema de libros y violaciones terribles a los derechos humanos que comenzaba a cometer la dictadura militar. Este libro fue reproducido y conocido en Chile recién a comienzos de los 90, con el regreso de la democracia.

A fines de los años 70, Camilo publicó en Venezuela el libro "Crónica del Primero de Mayo", ilustrado por Aníbal Ortizpozo, una valiosa recopilación de los despachos periodísticos enviados desde Estados Unidos sobre la represión en Chicago que dio origen al Día Internacional de los Trabajadores, escritos por el corresponsal del diario La Nación de Buenos Aires. Las notas periodísticas incluyeron también reportajes a la farsa de juicio amañado contra los ocho líderes por la jornada de ocho horas, Oscar Neebe, George Engel, Michaelo Schwab, A.R. Parsons, Louis Lingg Samuel Fielden, Autust Spies y Adolph Fischer, lucha que les costo la vida a cinco de estos trabajadores (uno de los condenados a la pena capital se suicidó antes de la ejecución) y a largas penas de prisión a los otros tres. Lo notable de estas crónicas es que el autor y corresponsal de La Nación en EEUU era nada menos que el cubano José Martí, periodista, escritor, líder político y padre de la patria de Cuba, llamado el Apóstol de ese país.

En ese tiempo, ya de regreso en Chile, Taufic dictó cursos y seminarios sobre ‘Periodismo en Internet’, en las universidades Academia de Humanismo Cristiano y ARCIS. En 2005 el Observatorio de Medios Fucatel publicó su trabajo «Manual de Ética Periodística Comparada», libro que culmina una larga búsqueda de materiales en distintos países. En total, Taufic publicó seis libros de temas periodísticos –indagativo, testimonial o teórico–, con ediciones en Chile, Argentina, México y España.

Durante su exilio, trabajó en Buenos Aires en el diario Noticias, fue redactor de La Opinión cuando la dirigía Jacobo Timerman, y luego se desempeñó como corresponsal en Europa, países del Pacto Andino, el Caribe y EEUU para diversas publicaciones del Cono Sur sudamericano

En los años 90, fue redactor de reportajes especiales para distintos medios impresos, entre ellos la cadena mundial de diarios Metro/MTG, el diario Nuevo Fortín y las revistas Rocinante y El Periodista, de Santiago de Chile. Fue columnista en Buenos Aires del periódico Página 12, durante una nueva residencia en Argentina entre 1996 y 1998.

También, entre 1987 y 1991, fue jefe de redacción de la revista de ciencias sociales Nueva Sociedad, de circulación latinoamericana, cuando se publicaba en Caracas con el auspicio de la germana Fundación Friedrich Ebert, y anteriormente se desempeñó como encargado de Información Pública del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), organismo internacional con sede en Venezuela, al que pertenecen todos los gobiernos de la región.

En el prólogo de su “Manual de Ética Periodista Comparada”, Taufic escribió que su obra tenía propósitos académicos, pero también de aplicación práctica y uso cívico: “Este libro pretende contribuir a la búsqueda de un periodismo de mayor calidad y credibilidad, al que tenemos derecho todos los ciudadanos a comienzos del siglo 21. Reúne una selección amplísima de valores profesionales y éticos que inspiran a grandes diarios del mundo, para que miremos en ella —como en un espejo— las reales dimensiones del derecho a la información de que disponemos. Cuando murió, estaba haciendo gestiones para concretar su proyecto de publicar un Manual de Periodismo concebido para loa legión de periodistas empíricos que desarrollan los nuevos medios de información alternativos, populares y comunitarios, sean escritos o audiovisuales.

En 2008, Camilo Taufic fue uno de los ganadores del Fondo del Libro que le otorgó financiamiento para la publicación de “Memorias de 50 años de un periodista. Encuentros inéditos con personas ‘top’ y otros testimonios”. Sin abandonar su estilo, que definía como “cronista de la vieja guardia”, recopiló 21 historias fantásticas, algunas fruto de su imaginación y otras más o menos plausiblemente reales, bajo el título “Un extraterrestre en La Moneda”, publicado por Planeta.

Entre estas historias asombrosas está “El extraño caso del pasaporte turco”, el cuento mítico sobre un exilado –de cualquier nacionalidad latinoamericana– que en la Europa de los años 70 se confecciona él mismo un pasaporte con el menú de un restaurante turco europeo que le permite ingresar a Suecia y pedir asilo político. Sobre esta historia, el propio Camilo dijo en El Mercurio:

-La historia del exiliado que viajó con el menú de restorán turco, ¿se conocía anteriormente?
-Ésa la viví yo, directamente. Se publicó en Chile en el año 83 y provocó una gran conmoción. Me he encontrado con cuenta cuentos que reproducen esta historia. Pero hoy no es conocida a nivel masivo ni por las nuevas generaciones. Es una historia que ha fascinado a muchas personas, que siempre me piden que se las cuente, que les dé nuevos detalles. Tiene que ver con el alma nacional, por ser un pícaro chileno, y tiene un trasfondo político. A quienes han leído el libro, incluso gente joven, es la historia que más les gusta.


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MAPOCHO PRESS

Santiago - Chile
Reproducción permitida / Citar fuente

6 de junio de 2012

Llega a Chile Juan Carlos I, rey de chorizos y perroflautas


Por Eduardo Labarca


Desde siempre los españoles han rendido culto a los pícaros, pero al verlos hoy instalados en la cúspide del Estado comienzan a indignarse. Asfixiada por las deudas, España vive una crisis patagüina y la imagen de un rey que viaja a Brasil y Chile con muletas es símbolo de un país inválido, con cinco millones y medio de desempleados, equivalentes a un cuarto de su población activa y a un cincuenta por ciento de los jóvenes.

A la entrada del puente romano de Salamanca se alza la estatua del Lazarillo de Tormes, el primer pícaro de la literatura española, salido en 1554 de pluma anónima. Le siguieron Rinconete y Cortadillo, dos mozalbetes que han sido tallados en el mármol del Monumento a Cervantes, su creador, en la plaza de España de Madrid. Otras plumas irán recreando con distintos nombres al pícaro español: Guzmán de Alfarache, Buscón, Estebanillo, y una pícara: Justina. Con el paso de los siglos, la picaresca sobrevivirá en sucesivas metamorfosis, emigrando de los pueblos a Madrid, de las plazas a los salones, de la calle a la gerencia de empresas, de los suburbios al corazón del Estado.

“En mi pueblo tenemos un alcalde cojonudo: desvió el camino para que pasara por la puerta de su finca”, me decía con orgullo un español en los 90. Eran años de prosperidad y la torta alcanzaba para todos. Los “chorizos” –que así se conoce a los pícaros modernos– se lanzaban al asalto de alcaldías, ayuntamientos y municipios. La reclasificación de terrenos agrícolas en urbanos, la autorización del levantamiento de hoteles en zonas de playa, las urbanizaciones esperpénticas que brotaban como setas arruinaban la estética del país, pero hacían millonarios a ediles, promotores e intermediarios vinculados al PP, el PSOE y los partidos regionales. Era el paraíso del “pelotazo”, el dinero ganado de un día para otro que permitía a los chorizos vivir en la opulencia el resto de sus vidas. Cuando Mario Conde, banquero playboy, fue condenado en 1993 a 20 años de cárcel por el escándalo Banesto, la calle simpatizó con él y los libros que escribió fueron bestsellers. En 1999 el chorizo Luis Roldán, jefe socialista de la Guardia Civil, fue condenado a 31 años y a devolver los millones saqueados al fisco, y los españoles, más divertidos que indignados, descubrieron en la revista Interviú las fotos de las partusas donde Roldán aparecía en calzoncillos y el disfraz que llevaba cuando la Interpol le echó la garra en Tailandia.

La familia real también pasaba piola. Los españoles eran benévolos con las interminables vacaciones que su monarca cojonudo se daba con los suyos en el palacio de Marivent y se extasiaban ante el aterrizaje allí de Lady Di y los famosos de Hollywood. A nadie inquietaban las aficiones a la vela, el esquí y demás deportes nada baratos con que el rey y los de su casa mataban el aburrimiento. A Juan Carlos se le perdonaban su holgazanería y sus escapadas, porque había garantizado e incluso salvado en el momento más crítico la transición de la dictadura franquista hacia la democracia.

Pero la paciencia se acabó el 15 de mayo del año pasado, cuando los indignados se tomaron la Puerta del Sol y las plazas de España. A esa altura los pícaros, a quienes los municipios les habían quedado chicos, perforaban las finanzas de la administración central y las comunidades autónomas, especie de Estados federados de la España moderna. Ejemplos:

- En la comunidad de Baleares, su ex presidente Jaume Matas es juzgado y condenado a seis años de cárcel por haber multiplicado artificialmente los costos del polideportivo Palma Arena.

- En Andalucía, autonomía socialista, se descubre la chuña de los “fondos de reptiles” del programa de empleo, que alcanzan para que el chofer de Francisco Javier Guerrero, director del Trabajo, compre todos los meses 25 mil euros en cocaína para él y su jefe.

- A partir de la comunidad autónoma de Valencia, la investigación de la trama “Gürtel”, de proyectos urbanísticos fraudulentos, iniciada por el juez Garzón, se extiende a las comunidades de Madrid y Galicia, todas en manos del PP, con un total de 71 imputados, comenzando por el presidente valenciano Francisco Camps, un tal “Bigotes” y otros chorizos. Camps, dado a mirarse al espejo, habría recibido trajes a la medida por un valor de 30 mil euros.

- En la misma comunidad valenciana, el megalómano presidente de la diputación provincial de Castellón, Carlos Fabra, derrocha los fondos públicos en la construcción de un aeropuerto que permanece sin aviones hasta hoy, un año después de su inauguración.

- La gota de agua que casi repleta el vaso la pone Iñaki Urdangarín, duque de Palma, yerno del rey, marido de la infanta Cristina. Una trama de ONG y sociedades fantasmas dedicada a supuestos eventos deportivos y culturales habría permitido a Urdangarín y un grupo de chorizos desviar más de tres millones y medio de euros de varias comunidades autónomas del PP hacia cuentas en España y paraíso fiscales.

- Entretanto, otro pícaro, Su Señoría el Excelentísimo Señor Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, don Carlos Dívar, estruja el presupuesto público en una veintena de viajes pagados para él y sus escoltas a hoteles elegantes de Puerto Banús, gozando de la llamada “semana caribeña”, una pillería consistente en trabajar solo martes, miércoles y jueves y tomarse cuatro días, de viernes a lunes. La asociación de juristas “Preeminencia del Derecho”, en denuncia presentada contra Dívar afirma que su conducta “es propia de los ambientes del Lazarillo de Tormes”, calificándola de “acto de picaresca inconciliable”.

- Pero el vaso termina desbordado con el famoso tropezón del rey y su fractura triple de cadera en Botswana, donde anda cazando elefantes pa’callao. Después de declarar que el desempleo juvenil “me quita el sueño”, el monarca había partido alegremente de safari en compañía de la rutilante princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein, conocida cortesana, lobista y facilitadora de negocios, en un viaje organizado por el empresario sirio Mohamed Eyad Kayali y pagado por el príncipe Salman bin Abdulaziz al Saud, de Arabia Saudita.

Hay misterio en la obsesión del rey de España por la caza. Cuando tenía 18 años, Juan Calos dio muerte a Alfonso, su hermano menor, con un revolver que se le disparó accidentalmente. Desde entonces, con cada disparo a una perdiz, liebre, jabalí, corzo, oso, búfalo o elefante, quizás Juan Carlos ha querido escapar del agujero negro de ese horror y dar la espalda a aquella muerte, como los pilotos de una escuadrilla que emprenden vuelo para matar el chuncho tras la caída del avión de un compañero. Por eso no sorprende que teniendo tal abuelo, Froilán, el nieto menor de edad, se pegara hace dos meses un escopetazo en un pie: un accidente más en la familia.

Cuando el rey llega de muletas a Chile en tiempo de gravísima crisis en España, tanta picaresca ha terminado por agotar la paciencia de sus compatriotas. En miles de comentarios aparecidos en la prensa digital española en torno al accidente de Botswana, la condena ha sido generalizada, a menudo en términos subidos. Solo unos pocos defienden al rey, y no de forma incondicional. Los llamamientos a favor del fin de la monarquía y la instauración de la tercera república se disparan en flecha. La amargura se ha instalado en los corazones. “Este es un país de chorizos”, ha dicho Julio Anguita, dirigente histórico de Izquierda Unida. Los lectores comentan. Sevillano: “Esto es lo que nos merecemos, así nos va”; Camilo: “Y encima le operan de madrugada cuando hay miles de personas con cáncer en lista de espera. Sanidad pública sólo para los Reyes!!! Así es este país!!!”; Luisjoseblas: “Si este rey representa a España, entonces me avergüenzo de ser español”; jartitadetó: “¿Quién puede disfrutar matando a un animal tan bello como un elefante? Me siento como cómplice de esa matanza”; parmenides: “Qué pena de país. Qué inmensa pena”; incivilizado: “¿Hasta cuándo?”; AN TOM: “Su Majestad con todos mis respetos ¡¡CON LA QUE ESTÁ CAYENDO CON ESTA CRISIS!! ¿Era necesario ir a una cacería a África?”; Tiki: “Este país es repugnante”; Antoniol: “Viva la república! Firmado: el elefante”; deferrol2: “Luego queremos que nos tomen en serio”…

Y en medio del jaleo se extiende velozmente por España una nueva expresión, “perroflauta”, en alusión a un joven melenudo, de desastrado estilo artesa, que pedía dinero por las calles de Madrid tocando una flauta en compañía de su perro. Es la imagen misma del desamparo, pero los enemigos de los indignados intentan utilizarla y en el ultraderechista Foro España, Trajano XX escribe: “Aprovechándose del movimiento de los ‘indignados’, perroflautas, rastas, progres de la más rancia extrema izquierda y demás piojerío marihuanero nacional, se concentran en varias ciudades españolas alterando el orden público”. Alguien añade: “Toda España será perroflauta. Estamos al borde del abismo”… Picaresca, miedo al futuro y además odio y mala leche… A los perroflautas se agregan los “yayoflautas”, jubilados que se unen a sus nietos indignados.

Así van las cosas cuando el rey elefanticida y un grupo de empresarios salen de un país hundido por los chorizos con la esperanza de redorar el abollado blasón de España y conseguir que los bancos, las telefónicas y otras empresas españolas, maltrechas allá, sigan haciéndose la América en nuestro continente, donde muchas obtienen la tajada gorda de sus ganancias.

Nuestros muros de Berlín


Escrito: 26 de abril de 2012 


Por Eduardo Labarca


            Resucitado, vivito y coleando, el viejo Muro de Berlín ha vuelto a la polémica chilena. Cuando fue construido en 1961, durante una guerra fría caldeada por vigilantes ojivas nucleares, el mundo reaccionó con indignación, aplausos, pasiones encontradas. Los gobernantes de la URSS y la República Democrática Alemana (RDA) lo justificaron por la necesidad de blindar el socialismo ante la infiltración capitalista. Desde Chile, muchos lo veían como una ignominia y otros como un mal necesario. Pero el mundo evolucionó, las mentes, incluso de los comunistas, fueron cambiando y en 1989, cuando los propios berlineses lo desconstruyeron piedra a piedra, nadie –salvo algún recalcitrante– lloró por el Muro: ¡en la celebración universal participamos todos!


El comunismo fue siempre una sociedad detrás de un cerco. En Rusia, tras el derrocamiento de los zares en 1917, catorce potencias atacaron al naciente Estado soviético, cuyos obreros y campesinos aguantaron el asedio a costa de mares de sangre. Cuando Hitler invadió la URSS las potencias occidentales miraron hacia otro lado, pero Churchill, Roosvelt y De Gaulle tuvieron que sentarse con Stalin el día en que el Ejército Rojo llegó a Berlín. La URSS exportó el socialismo a Alemania Oriental –la RDA– y a los países europeos liberados/ocupados por las tropas soviéticas. Churchill dictaminó que una “Cortina de Hierro” separara a los países “comunistas” del “mundo libre”, mundo que abarcaba a las potencias occidentales y sus colonias y zonas de influencia, como América Latina, “patio trasero” de Estados Unidos. El cerco –¿quién cercaba a quién?– se amplió y para protegerse según ellos del “enemigo externo e interno”, los regímenes comunistas vigilaban a sus ciudadanos y controlaban con mano de hierro las salidas y entradas por las fronteras.


Con la caída del Muro y de la URSS colapsó la más audaz aventura de ingeniería política de la historia de la humanidad: el intento voluntarista de construir una sociedad sin clases, justa e igualitaria, inspirada en la doctrina de Marx y lejanamente en La República de Platón, donde el hombre lobo del hombre diese paso al hombre hermano del hombre (hoy no olvidaríamos de mencionar a la mujer). Refiriéndose a esa utopía, el protagonista de Cadáver tuerto, novela publicada por el autor de esta nota en 2005, y con perdón de la autocita, reflexionaba:


Más que utópicos –de la esencia de la utopía es ser inalcanzable– éramos milenaristas: pretendíamos hacer parir la Historia saltando sobre su vientre de chancha preñada para instaurar mil años de felicidad en la Tierra que sería ‘el paraíso de toda la humanidad’, según rezaba nuestro himno de combate. ¿Era viable nuestra fórmula para acabar con las terribles injusticias del planeta? El devenir de nuestro país y del mundo parecería decirnos que no.”


         ¿Qué había pasado? Que el denominado “socialismo real”, un sistema idílico llamado a ser dirigido por hijos del pueblo justos y buenos, quedó muy pronto en manos de autócratas todopoderosos. El poeta Osip Mandelstam fue enviado a Siberia por retratar al principal de todos en su Epigrama contra Stalin: “Sus bigotes de cucaracha parecen reír / y relumbran las cañas de sus botas. / Toda ejecución es para él un festejo”.


         Durante la dictadura chilena, llegué a la URSS a trabajar en las inolvidables transmisiones de Radio Moscú contra Pinochet. Cientos de exiliados eran recibidos en la URSS, la RDA, los países socialistas de Europa y Cuba, donde beneficiaban de una solidaridad superlativa. El protagonista de Cadáver tuerto recuerda su arribo a Acullá, a trabajar en una radio de onda corta: “Por mucho que mi cuerpo hubiese llegado a Acullá, mi alma se hallaba anclada en el país martirizado que había dejado atrás. De ahí que mis ojos buscaran ávidamente un paraíso y que Acullá, al brindarme una acogida fraterna y ofrecerme los micrófonos de la Radio para fustigar al tirano, se me figurara una comunidad perfecta, poblada por ángeles de flamante cuño en cuyos corazones los últimos vestigios de la impureza humana estuviesen en vías de desaparición. Esa visión de fantasía anestesiaba mi capacidad de percibir las huellas de dolores antiguos que tatuaban el rostro ajado y la piel marchita de los habitantes de Acullá y que, bajo la máscara de un supuesto hombre nuevo, delataban al hombre de siempre.”


         En el mundo socialista los exiliados vivíamos en una burbuja centrados en el tema chileno, rodeados de afectos y de apoyos. Aunque algunos no se aclimataron, la inmensa mayoría nos adaptábamos y tendíamos a ver la realidad con un solo ojo. El derrumbe del socialismo nos abrió el otro. Habla el protagonista de la novela:


         “Los revolucionarios de entonces hubimos de asumir nuestra impotencia y hoy oscilamos entre quienes sostienen con la bandera al tope que teníamos razón y que fue el mundo el que se equivocó, y los que, habiendo arriado el estandarte revolucionario, creen que la humanidad globalizada avanza por el mejor de los caminos y que los equivocados éramos nosotros.”


         Caído el Muro y derrumbado el anquilosado socialismo real por su propio peso, muchos chilenos quedaron huérfanos y, como el personaje del libro, “oscilan” entre la nostalgia y la adhesión al deshumanizado sistema financiero que hoy nos rige. Pero las últimas movilizaciones y debates en Chile y el mundo muestran que la oscilación no está hecha solamente de dos posturas extremas y simétricas, sino que abarca una gama amplia de posiciones, incluida la posibilidad de buscar una sociedad realmente justa por vías nuevas.

Por "desconocido" quitan el nombre de Neruda a una calle de España


Escrito: 10 de abril de 2012

Por Eduardo Labarca, desde Granada



En el encuentro de escritores en que participo en Granada bulle la molestia contra los alcaldes “gilipollas” y “fachas” del Partido Popular ¿A quién se le ocurre borrarle el nombre de Pablo Neruda a una calle? Se le ocurrió al dentista Juan Antonio Callejas Cano, flamante alcalde del PP de Villamayor de Calatrava, comuna de 665 habitantes situada en el corazón de España. De un plumazo borró también los nombres de la calle Pablo Iglesias, insigne fundador del Partido Socialista español, y Enrique Tierno Galván, respetado intelectual y alcalde de Madrid en la transición a la democracia. Según el edil de Villamayor, Pablo Neruda, Iglesias y Tierno Galván son personas “no conocidas”. La que sí le resulta conocida es la selección española de fútbol, por lo que rebautizó una plaza del pueblo como “La Roja”, nombre que la escuadra española recibe al igual que la chilena.

La guerrilla de los nombres arde en España a raíz del triunfo del PP en muchos lugares donde antes gobernaban los socialistas. En Sevilla, el nuevo alcalde, Juan Ignacio Zoido, acaba de quitar a una calle el nombre de Pilar Bardem, una de las actrices más conocidas y premiadas de España, con más de sesenta películas y cuarenta obras de teatro a sus espaldas. Aunque Pilar Bardem, activista apasionada de muchas causas, nació en la ciudad, el alcalde sostuvo que “no ha hecho nada por Sevilla” y mandó confeccionar placas nuevas con el nombre de “Calle de Nuestra Señora de las Mercedes”. En Huércal-Overa, otro pueblo de Andalucía, con dieciocho mil habitantes, la nueva mayoría quitó al teatro de la localidad el nombre de Rafael Alberti, uno de los más grandes poetas de habla hispana del siglo XX, amigo de Neruda y, como él, militante comunista. “El poeta no vende bien la ciudad”, dijo el concejal de Cultura Antonio Lázaro y “no hay razón para que el mayor espacio escénico de la localidad esté dedicado a esta persona”. La lista es larga.

A seis kilómetros de Granada, donde estoy, en dirección a la Sierra Nevada, en el poblado de La Zubia, de dieciséis mil almas, volaron las placas de la calle de Miguel Hernández, que recordaba al poeta muerto en prisión cuyo centenario ha sido conmemorado mundialmente por iniciativa de la Unesco. Ante la protesta, el alcalde improvisó una verónica de torero y bautizó la biblioteca con el nombre del poeta. Pero no hubo desagravio para el mítico anarquista español Buenaventura Durruti ni para el Che Guevara, cuyos nombres fueron borrados de un zuácate del mapa local. Tampoco se quedó corta la nueva alcaldesa de la ciudad valenciana de Elche, Mercedes Alonso: debutó cambiando el nombre del Jardín Dolores Ibárruri, que recordaba a la legendaria Pasionaria de los comunistas españoles, por el de Jardín de la República Argentina.

Los cambios que aplican los municipios del PP tienen mucho de revancha contra la Ley de Memoria Histórica, aprobada por los socialistas en 2007, cuyo artículo 15 obligaba a las administraciones públicas a tomar “las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. En aplicación de la ley, decenas de estatuas del generalísimo Franco fueron derribadas en las plazas y dentro de los regimientos y cientos de lugares tuvieron que cambiar de nombre. En Zaragoza, por ejemplo, el grupo habitacional General Urrutia, connotado militar franquista, recibió el nombre de Grupo Gabriela Mistral. Pero varios alcaldes del PP se resistieron a aplicar la ley, como el de Boadilla del Monte, en las afueras de Madrid, donde existen hasta hoy la Avenida del Generalísimo y la Calle de José Antonio, en homenaje a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange franquista.

Ayer, dos escritoras españolas, un irlandés y yo depositamos flores ante la tapia de ladrillos del cementerio de Granada donde es visible la marca de la placa que recordaba a los 3.968 fusilados por los militares y milicianos franquistas en ese lugar y sus alrededores. La placa, colocada por los familiares, fue retirada por orden del alcalde del PP José Torres Hurtado.

Y una reflexión personal: complejo asunto el de la memoria histórica. Y una pregunta: ¿Hasta cuándo subsistirá en nuestra capital, en Providencia, la Avenida 11 de Septiembre, que hiere como un cuchillo el alma sangrante de muchos? Por cierto, no será el alcalde Cristián Labbé quien reemplace el “1” por un “8” para denominarla como se merece: Avenida 18 de Septiembre. Alguno de sus sucesores o sucesoras habrá de hacerlo.

Salvador Allende, perdóname



Escrito: 18 de julio de 2011

Por Eduardo Labarca


  Salvador Allende, ahora que tus huesos andan de viaje en el Instituto Médico Legal, debo pedirte perdón.

Perdónanos, Salvador Allende, por no haber movido un dedo a lo largo de 37 años para que la justicia investigara tu muerte, hasta el día en que la fiscal Beatriz Pedrals y el ministro Mario Carroza tomaron la iniciativa.

Perdona, Salvador Allende, a los presidentes Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet por no haber reclamado la lista de los pilotos que te bombardearon en La Moneda.

Perdónanos, Salvador Allende, por no haber averiguado los nombres de esos pilotos, cuyas identidades conocían en la FACH hasta los porteros.

Perdona, Salvador Allende, al Presidente Eduardo Frei y su ministro Pérez Yoma por haber nombrado Comandante en Jefe de la FACH al general Fernando Rojas Vender, uno de los pilotos que te bombardearon.

Salvador Allende, perdona a Frei y a sus colegas Ricardo Lagos y Michelle Bachelet por haber ascendido a los pilotos de los Hawker Hunter que tiraron al blanco contra La Moneda, la residencia de Tomás Moro y las antenas de las radios allendistas.

Salvador Allende, perdona a Tencha, tu viuda, por haber dado versiones cambiantes de tu muerte suicidio primero, ametrallamiento después, suicidio nuevamentey haberse enojado cada vez que alguien la contradecía.

Salvador Allende, perdona a Pablo Neruda por haber escrito a volea que caíste bajo “las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile”.

Salvador Allende, perdona a Fidel Castro por su versión a lo Walt Disney sobre la forma en que habrías muerto combatiendo.

Salvador Allende, perdona a García Márquez por habernos vendido como verdadera su visión literaria de tu muerte.

Salvador Allende, perdona al periodista Robinson Rojas por la historieta truculenta de tu muerte que inventó al calor de una pílsener.

Perdona, Salvador Allende, a tus médicos Arturo Jirón, Hernán Ruiz Pulido y José Quiroga, que estaban ese día en La Moneda, por haber dejado solo durante tres décadas a su colega Patricio Guijón, quien desde el comienzo sostuvo que te habías suicidado.

Perdona, Salvador Allende, a Carlos Altamirano por haber afirmado que si te disparaste o no “resulta un dato irrelevante”.

Perdona, Salvador Allende, a Jorge Arrate, por haber dicho que “no tenía importancia si Allende se había suicidado o si había sido asesinado” y que para la historia el distingo “será una cuestión banal”.
Perdona, Salvador Allende, a tu médico Óscar Soto por haber afirmado que si te suicidaste o fuiste ametrallado “es un detalle anecdótico”.

Perdona, Salvador Allende, a tu amigo Régis Debray por haber sostenido que “asesinato o inmolación, poco importa”.

Perdona, Salvador Allende, a la Payita, tu secretaria y más, por haber dicho con respecto a ti que “es una frivolidad y una falta de mínimo rigor histórico el ocuparse de cómo murió un hombre acosado, bombardeado, cañoneado, tiroteado, incendiado”.

Perdóname, Salvador Allende, por haber cortado en Radio Moscú el fragmento de una entrevista en que Clodomiro Almeyda reconocía que te habías suicidado.

Perdona, Salvador Allende, que hayamos adaptado las versiones de tu muerte a lo que nos parecía políticamente conveniente en cada momento, con olvido de tus tribulaciones íntimas en el instante de la tragedia.

Perdona, Salvador Allende, a tu hija Isabel por haber calificado de “insolencia” la petición premonitoria del doctor Luis Ravanal de que tus restos fueran exhumados.

Perdona, Salvador Allende, al periodista Camilo Taufic por haber diseñado, con más imaginación que pruebas, la teoría de que alguien te ayudó a suicidarte.

Perdona, Salvador Allende, a los periodistas del TVN que se mandaron un Informe Especial sensacionalista sobre tu muerte, en ejercicio de la libertad de prensa que afortunadamente recuperamos en Chile.

Perdona, Salvador Allende, a la abogada Carmen Hertz, que calificó de “felonía” un ejercicio de ficción en el que me ponía en la hipótesis de haber tenido que ayudarte a morir si hubieras fallado en tu suicidio y yo hubiese estado allí.

Perdona, Salvador Allende, que durante tantos años hayamos venerado tu estatua y olvidado tus dolores y tus amores de varón vital y apasionado.

Perdona, Salvador Allende, a quienes en la hora undécima nos estamos preocupando de los detalles de tu muerte como consecuencia de la investigación que realizan los tribunales.

Salvador Allende, perdona a los chilenos que hoy nos interesamos más por un partido de la roja que por el drama que viviste en La Moneda bajo las bombas.

Salvador Allende, perdóname, perdónanos.

Estos pilotos bombardearon La Moneda



Escrito:  5 de julio de 2011

Por Eduardo Labarca


            Aunque los mandos de la FACH y los pilotos de la época “no se acuerdan”, los nombres de quienes bombardearon La Moneda se conocen y han de quedar registrados en la Historia de Chile. El ministro Mario Carroza, que investiga la muerte del Presidente Salvador Allende, interrogó en vano al general Fernando Matthei sobre la identidad de los participantes en el bombardeo y es poco probable que los demás oficiales que pueda citar recuperen la memoria.

Sin embargo la información la conocen otros antiguos miembros de la FACH que no están juramentados ni tienen motivos para guardar el secreto. A fines de la década del 70 del siglo pasado, el autor de esta nota recorrió durante dos semanas varias ciudades de Inglaterra y Escocia para entrevistar a ex miembros de la FACH y de la Marina que habían sido detenidos, torturados y expulsados de esas instituciones por haberse opuesto al golpe militar. Al darles asilo político, el Reino Unido los había repartido en diversas localidades. Las entrevistas quedaron registradas en más de 12 horas de grabación.

Los dos oficiales y dieciocho suboficiales de la FACH entrevistados mencionaron los nombres de los pilotos de los cazabombarderos Hawker Hunter que salieron de Carriel Sur, en Concepción, con la misión de destruir las antenas de las radios que apoyaban a Allende y disparar sus cohetes contra La Moneda y la residencia presidencial de Tomás Moro. Varios de los suboficiales expulsados eran técnicos, mecánicos o armeros y participaron en la preparación de los aviones y la carga de los proyectiles. Esos hombres mantenían una relación directa con los pilotos y los despidieron en la pista cuando emprendieron el vuelo hacia Santiago.

Oficial Líder de la operación fue el coronel Mario López Tobar (nombre de combate “Libra”), comandante del Grupo 7 y piloto del Avión 1, quien años más tarde escribió un libro sobre la jornada, pero sin dar nombres. El ataque comenzó con el bombardeo de cinco antenas, en el que participaron el propio López Tobar y otros tres aviones piloteados por “hunteristas”.

A las 11 de la mañana emprendieron vuelo desde Concepción otros cuatro cazabombarderos. La residencia de Tomás Moro fue atacada por los Hawker Hunter piloteados por el capitán Eitel Von Mühlenbrock y por el teniente Gustavo Leigh Yates, hijo del comandante en jefe de la FACH y miembro de la junta militar. Gustavo Leigh hijo equivocó el blanco y bombardeó el Hospital de la FACH, por lo cual hasta su muerte hace tres años era objeto de bromas y tallas en la institución.

            Los otros dos aviones se elevaron a tres mil pies de altura y mientras volaban sobre la Estación Mapocho dispararon contra La Moneda sus cohetes antiblindajes Sura P-3, en cuatro pasadas. El primer disparo lo hizo el teniente de 24 años Ernesto Amador González Yarra (“Pekín”), famoso por su talento de piloto y certera puntería. González Yarra gozó por ello de gran prestigio en la institución hasta su muerte en 1995. Su primer disparo perforó la puerta principal de La Moneda con precisión.

El segundo avión que atacó La Moneda iba piloteado por Fernando Rojas Vender (“Rufián”), quien llegó a ser comandante en jefe de la FACH. Su primer disparo apuntó al techo del palacio presidencial. En una última pasada, los pilotos usaron cañones de 30 mm. La operación fue coordinada desde tierra por el operador aéreo, comandante Enrique Fernández Cortez (“Gato”).

Hay discrepancias en torno a la hora exacta del ataque a La Moneda. Según el coronel López Tobar, comandante de la operación, comenzó pocos minutos antes de las 11.30. El almirante Patricio Carvajal, jefe del estado mayor del golpe, sitúa el ataque entre las 11.52 y las 12.08. Según el general Gustavo Leigh, entonces comandante en jefe de la FACH, el ataque tuvo lugar “después de las 12”.

La celebración del éxito de la operación fue entusiasta, pero no unánime en la FACH. Cuando al regresar de la misión uno de los pilotos descendió de la cabina de su Hawker Hunter en la pista de Carriel Sur, fue recibido por un grupo de suboficiales que en lugar de felicitarlo lo miraron en silencio. El piloto se acercó, bajó la vista y les dijo:

–Lo siento... No fue mi culpa... no fue mi culpa... Perdonen...

El Informe Especial de TVN sobre la muerte de Salvador Allende de la entrada


Escrito: 1 de junio de 2011


Al investigar la muerte de Salvador Allende, el ministro de corte Mario Carroza se ve enfrentado a las versiones y testimonios contradictorios que han rodado desde las 2 de la tarde del 11 de septiembre de 1973, hora del deceso del Presidente. Esas versiones han oscilado entre el suicidio de un Presidente derrotado, incluido el suicidio asistido, y su muerte heroica en combate.

La incertidumbre ha tocado a la propia familia de Salvador Allende en estos años de aflicción. A las 48 horas de su muerte, la viuda Hortensia Bussi repetía la versión de los militares de que Salvador se había disparado “con una metralleta que le había regalado su amigo Fidel Castro”. Cuatro días más tarde afirmaba “en base a una nueva información” que el Presidente había caído “bajo las balas enemigas como un soldado de la revolución”. Desde ese momento la muerte en combate pasó a ser la tesis preferida por los parientes y simpatizantes de Allende, y quienquiera avalara el testimonio del suicidio prestado por el doctor Patricio Guijón era vilipendiado. Hortensia Bussi dio un tapabocas al escritor Fernando Alegría por haber dejado en su novela El paso de los gansos “la impresión que Salvador se suicidó, que es lo que sostiene la Junta Militar”.

Pero el 4 de septiembre de 1990, al realizarse el funeral oficial de Salvador Allende en presencia del presidente Aylwin, el suicidio será finalmente admitido, en un nuevo viraje, por la viuda y su hija menor, Isabel. Quince años más tarde, cuando el médico forense Luis Ravanal, a petición de los abogados Roberto Celedón y Matías Coll, haga un estudio metapericial del informe de la autopsia y los documentos policiales y sostenga que las heridas de Allende provenían de armas de calibres diferentes y no eran de tipo suicida, su planteamiento sobre la necesidad de la exhumación de los restos recibirá una dura réplica. La parlamentaria Isabel Allende afirmará que para la familia la versión del suicidio “es un capítulo cerrado” y, sorprendentemente, calificará lo afirmado por el doctor Ravanal de “falta de respeto”.

Aunque nadie de la familia Allende, afectada por sucesivas tragedias, haya solicitado nunca a la justicia que determinase las circunstancias de la muerte del ex Presidente, enfrentada a la investigación que realiza el ministro Carroza por iniciativa de la fiscal Beatriz Pedrals, la senadora Allende expresó finalmente su conformidad con una diligencia de resorte judicial que se había tornado inevitable: la reciente exhumación de los restos de su padre y las investigaciones que realiza el equipo de tanatólogos chilenos y extranjeros.

Según los especialistas, la Historia comienza a escribirse 30 años después de los acontecimientos, pero aunque Salvador Allende, muerto hace 38 años, sea ya un personaje histórico, las pasiones seguirán agitadas mientras sobrevivan sus contemporáneos, sus parientes inmediatos y no pocos de sus colaboradores. ¿Alguien podría convencer a las hijas, nietos, nietas, sobrinas, sobrinos de que la vida y la muerte del hombre que ellos o sus padres conocieron en pantuflas son un tema histórico y judicial que ha dejado de pertenecerles? Pero visto desde otro ángulo, ¿puede un hecho de la Historia depender del ánimo de los deudos de un prócer?

El estudio del Allende histórico, de su vida, su muerte y la tragedia nacional que entonces se desencadenó no puede detenerse en atención a dolorosos, legítimos sentimientos personales y/o familiares. El autor de este artículo probó el sabor de la injuria gratuita –“traidor” fue la palabreja elegida por la actual senadora Isabel Allende– cuando se adentró en la personalidad humana del ex presidente en una biografía independiente que hoy es ineludible para quienes preparan un texto o una película sobre el personaje.

Salvador Allende tenía un fuerte sentido de hijo, marido, padre, hermano, tío, abuelo y dejó la estela de una familia orgullosa, variopinta. Hombre de afectos asimétricos, adoraba a su madre, a su nana y a su hermana Laura. Más allá de ese núcleo se debía también a millones de chilenos –muchos perdieron la vida por incorporarse a su proyecto– y compartía sus afectos en una galaxia de relaciones mutantes, empapadas también de sentido familiar. Si la relación de Allende con las mujeres que además de su esposa hicieron nido en su corazón hubiese consistido en meras aventuras al paso, el tema daría, si acaso, para un párrafo colorido o una nota a pie de página. Pero no es así.

En el carácter pasional de Allende, seductor de personas y multitudes, hubo coexistencia y alternancia de afectos y por qué no decirlo, de amores. Su amor troncal, la columna sólida fue Hortensia Bussi, para quien Allende exigía respeto. Ella, sus hijas y sus primeros nietos formaban la almendra familiar a la que Salvador brindaba una devoción irrestricta. A pesar de la multiplicidad de sus cariños, Allende fue un marido y padre dedicado y muy presente. Su veneración por Beatriz, la hija del medio, era visible: con ella compartía la pasión política, por encima de las diferencias que solían tener. Pero de algún modo Salvador Allende se comportaba también como padre con las hijas e hijos de las mujeres hermosas y de fuerte personalidad que compartieron en forma pública o clandestina diversos trechos de su andadura. En esa segunda generación paralela dejó huella imborrable. Se trata de personas respetables que hoy rondan los 50 años y que recuerdan a Salvador Allende con emociones encontradas.

Desde el día en que Tencha y Salvador contrajeron matrimonio y hasta la muerte del Presidente, Hortensia Bussi sobrellevó con dignidad los 33 años y 5 meses de vida en común con un hombre escurridizo. Tras la desaparición del Presidente, las mujeres que habían rivalizado con ella en el corazón de Salvador vivieron su luto en silencio y le dejaron libre el terreno. Es cierto que Gloria Gaitán publicó en Colombia un apasionado libro de recuerdos titulado El compañero Presidente, pero lo retiró a las pocas semanas. Transcurridos 20 años de la muerte de Allende, Inés Moreno, septuagenaria, evocará su relación con él en su novela Más allá de los aromos, pero en el último minuto retirará el original de la imprenta y lo publicará sin esas páginas. 

Muerto Allende, la señora Tencha asumió, con talento y fortaleza y hasta el día de su propia muerte, un protagonismo exclusivo que durará 35 años y 10 meses, vale decir 2 años y 5 meses más que el tiempo de casada con él. Apoyada incondicionalmente por su hija Isabel, actual senadora, Hortensia Bussi fue a lo largo de más de tres décadas la representante indiscutida de Salvador Allende en los corazones y el imaginario colectivo, mientras algunos aspectos esenciales de la personalidad del ex Presidente se soslayaban discretamente.

Pero la compleja vida de Salvador Allende tal como fue y la manera en que se enfrentó a la muerte forma un solo todo, y cualquier empeño por seguir imponiendo al respecto versiones circunstanciales, truncas o cambiantes carece a esta altura de justificación. La investigación judicial que lleva el ministro Carroza surge como un acto del Estado chileno, indispensable aunque tardío, para establecer ante la Historia la verdad sobre la muerte violenta del ex Presidente. Aunque la actual democracia chilena exhiba imperfecciones, la institución judicial aparece como la única capacitada para investigar los hechos de manera independiente, sin interferencias y sin descartar ninguna hipótesis. Del mismo modo, los biógrafos de Allende y los creadores que se inspiren en su vida deben proseguir su labor con la mente abierta, y en completa libertad.

El Informe Especial de TVN dedicado a la forma en que habría muerto el Presidente Allende constituye una pieza legítima de investigación periodística, propia de una democracia sana y del ejercicio, sin restricciones, de la libertad de prensa. Dicho programa ha abierto nuevos espacios de luz en el tema del magnicidio de La Moneda, cuya aclaración ha de contribuir al establecimiento de la verdad histórica. La fuerte declaración en que la senadora Allende ha condenado el programa y su anuncio de posibles acciones en contra de sus autores entrañan una desafortunada pretensión de censura. El hecho de que esté en curso una investigación judicial no limita en nada el derecho y papel de los medios de contribuir al esclarecimiento de los hechos.
La vida y la muerte de Salvador Allende y sus circunstancias son mucho más que un asunto de familia.