Por Eduardo Labarca
Es cierto que Sebastián Dávalos, hijo de la presidenta Bachelet, tuvo que renunciar a su puesto en La Moneda, pero no se puede quejar. A numerosos hijos o hijas de gobernantes les ha ido mucho peor que a él. Solo unos pocos ejemplos:
-
Cesarión, el hijo de Julio César y Cleopatra, fue proclamado Dios y Rey
de Reyes y murió ahorcado a los 17 años después de que su madre y Marco
Antonio fueron derrotados por Claudio.
- María Antonieta, hija de los emperadores Francisco I y María Teresa de Austria, acabó guillotinada como reina de Francia.
- El Rey de Roma, hijo de Napoleón y María Luisa, vivió tras la derrota de su padre como virtual rehén en la corte de Viena hasta su muerte de tuberculosis a los 21 años.
- Yakov Dzhugashvili, el hijo mayor de Stalin, cayó prisionero de los alemanes.
Pasó dos años de incógnito en un campo de concentración, mientras su
padre lo consideraba un traidor como a cualquier soldado soviético que
se rendía. Cuando los alemanes lo idenitificaron, Hitler quiso canjearlo
por Friederich Von Paulus, derrotado en la batalla de Stalingrado, y
Stalin respondió: "Yo no canjeo un mariscal por un simple soldado". Yakov murió en un campo de prisioneros en Alemania.
Dávalos no se puede quejar.