Sinlogismo
crucino
Por
Eduardo Labarca
Cuando salió de Chile con la mochila a
la espalda, Guillermo Bown no imaginó que un día se encontraría con Seguridad
Ciudadana y los Bomberos de Las Cruces.
En los libros de poemas que publicaba en
Europa hablaba de infiernos y paraísos, pero
nunca mencionó una aventura como la que vivió este domingo ‒¿dónde?‒ ¡en Las Cruces!
Cuado cambió la mochila por el maletín
diplomático tuvo que conducir –a veces por la derecha y otras por la
izquierda– por las suaves autopistas del
desarrollo y las calles de Chile pasaron al olvido.
El día en que organizó la triste
repatriación diplomática de los restos de nuestro Claudio Arrau el Grande, Guillermo
se decidió a seguirlo y regresó al paraíso chileno, vale decir a Las Cruces.
Heráclito decía que solo se puede
esperar lo inesperado y lo inesperado le
llegó a Guillermo el domingo cuando se internó en su vehículo por una vía de
Las Cruces conocida por múltiples nombres: Avenida Argentina (viva la hermandad
continental); Avenida Blanca Arce (dicen que era la cuidadora del lugar); A la
Vuelta de la Posta (a la izquierda por supuesto); De Nicanor Parra para el Otro
Lado (donde no pasó la motoniveladora el día de Farkas); La Calle de las Monjas
de la Iglesia de Piedra (noble iglesia que las monjitas ‒¡pobre patrimonio
religioso!‒ están tapando con unas cabañas de plástico); La Calle de las Monjas
de la Capilla Blanca (sin tapar, por suerte); La Calle de la Escalera Chica (oscura
de noche y con peldaños sueltos); La Calle del Palacio Labbé (noble y
grandioso); La Calle donde Vivió el Pintor Juan Francisco Gonzalez (salvada de
incendios y terremotos)...
Allí mismo, el auto coreano de Guillermo
Bown dio un tumbo apocalíptico y se quedó cojo. ¿Qué había sucedido? Simple,
grave: una rueda trasera se hundió en un hoyo encapuchado que lleva ¡5 años
cabales! sin que la Muni reponga la rejilla protectora que alguien decidió
llevarse.
Por suerte existen Seguridad Ciuidadana
de El Tabo y los Bomberos de Las Cruces.
A pesar de ser domingo a las 20 horas, tiempo de reposo y aperitivo, los
abnegados socorristas ‒varios varones y una voluntaria uniformada‒ tardaron
cinco minutos en llegar a bordo de su bomba dinosáurica. Con su conductor
adentro, el auto fue sacado a tirones del aprieto. Tranquilos: el vehículo y el
chofer se encuentran bie.
Las Cruces tiene calles
subdesarrolladas, pero bomberos y segurosos del primer mundo.