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26 de marzo de 2015

La buena suerte de Sebastián Dávalos


Por Eduardo Labarca

Es cierto que Sebastián Dávalos, hijo de la presidenta Bachelet, tuvo que renunciar a su puesto en La Moneda, pero no se puede quejar. A numerosos hijos o hijas de gobernantes les ha ido mucho peor que a él. Solo unos pocos ejemplos:

- Cesarión, el hijo de Julio César y Cleopatra, fue proclamado Dios y Rey de Reyes y murió ahorcado a los 17 años después de que su madre y Marco Antonio fueron derrotados por Claudio.

- María Antonieta, hija de los emperadores Francisco I y María Teresa de Austria, acabó guillotinada como reina de Francia.

- El Rey de Roma, hijo de Napoleón y María Luisa, vivió tras la derrota de su padre como virtual rehén en la corte de Viena hasta su muerte de tuberculosis a los 21 años.

- Yakov Dzhugashvili, el hijo mayor de Stalin, cayó prisionero de los alemanes. Pasó dos años de incógnito en un campo de concentración, mientras su padre lo consideraba un traidor como a cualquier soldado soviético que se rendía. Cuando los alemanes lo idenitificaron, Hitler quiso canjearlo por Friederich Von Paulus, derrotado en la batalla de Stalingrado, y Stalin respondió: "Yo no canjeo un mariscal por un simple soldado". Yakov murió en un campo de prisioneros en Alemania.

Dávalos no se puede quejar.